lunes, octubre 16, 2006

Si no fue pa' tanto...


Hola, tanto tiempo.
Quería contarles que fui a un concierto de rock. El Paniko Rock Fest. No fue la gran cosa –aunque lo haya sentido así- ni por lejos el mejor concierto de mi vida, pero debo decir que necesitaba una inyección parecida. Una dosis “soberana” –me acaban de pegar el término- directa a la vena, que me remeciera por un rato y me sacudiera neuronas y glóbulos rojos.
Hace tiempo que no me sentía así, como flotando en las nubes, como dejándome llevar por la corriente guitarrera. La sangre acelerada por sentirme como me sentí: en casa.
No me crean chanta. Pero son estos pequeños detalles los que me confirman que aún me mueven cosas, que una guitarrista linda me roba una sonrisa, que los pies se me van siguiendo el ritmo de un bajo, o que mis manos se agitan tratando de emular al baterista de una banda.
Matorral, Santo Barrio, Golem, LaFloripondio y cinco más. Cada uno en su volá, me generaron esa especie de envidia sana (¿existirá?), con sus minas, sus posturas frente a la vida, con sus propios aires chilenos.
Lo pasé bien. Tenía que hacer otras cosas, pero no importó. Me di el pequeño gran gusto de quedarme hasta el final y abrir mi oído a la música –cerrándolo a los prejuicios, obviamente-, a contagiarme de sonido, puro sonido. Cierto que no todos los grupos me gustaban, que pifié, que salté, que grité a los que encontraba chanta y me desviví con las minas que encontraba ricas (musicalmente hablando…já).
Al final capacito que nadie me entienda. Fue mi volá y punto. Pero el rock and roll, mierda, es cosa que me hace sentir vivo.
Tanto como para volver –luego de un rato- a este blog.
Saludos y cariños!!!

viernes, septiembre 08, 2006

Música, mucha música…


Hay quienes diseñan cronología a partir de eventos o imperceptibles detalles que adquieren sentido en la vida propia. Tenemos a los que contabilizan mundiales (yo voy por el séptimo) o a los que cuentan meses en años-perro (365 días humanos = 7 años-perro). Excéntricos ellos. Yo prefiero ser más convencional: desde que tengo memoria, cuento mi vida en canciones. Cierto, apelo al manoseado concepto que usan escritores para rellenar líneas en sus libros, pero me poco me importa. En más de una ocasión, la música terminó salvando mi vida. ¿No me creen? Aquí les va una muestra:
1980: El mundo me recibe con pantalones “pata de elefante” y bolas de espejos. Mi padre se cree John Travolta y mi madre sufre contracciones mientras suena “Shake your bootie”.
1983: Llega mi primer hermano. Llora y yo le pego con mi chipote chillón (el del Chapulín). De fondo, Camilo Sesto chilla “Porque te quiero” en casete. De paso, me creo Miguel Piñera cantando “Era la luna llena”
1985: Chile protesta. Yo, en casa, veo Magnetoscopio Musical. Mi hermano llora porque le teme al robot que ahí aparece. Comienza mi romance con Michael Jackson, escuchando “Thriller”. Hasta los bailes me sabía.
1987: El Papa viene a Chile (hay quienes juntaron hasta el álbum). Pese a que el “Mensajero de la Paz” amenaza como hit, los sábados enceramos con “Nada personal” como sagrado himno.
1989: Muchas cosas. Cae el muro, gana Aylwin, el Cóndor se corta la frente, se me cae el último diente. En mi mente, la confusión pop-rock. Gana el pop: al Festival Amnistía vienen los New Kids on the Block y yo me creo Jordan cantando “Tonight, tonight”.
1991: Nunca fui pop. Ahora soy “rockero” y escucho Metallica. Pero igual pirateo un casette de los Guns, con su “Welcome to the jungle”. El Colo gana la Libertadores, pero ya soy cruzado ferviente. Mi nuevo hermano cumple un año y escucha a Jordi, el bebé que canta
1994: Demasiado tarde descubrí el grunge. Kurt Cobain se me muere y yo lloro, pero termino pasando las penas con mis primeros CDs de Pearl Jam y Soundgarden. Mi primera polola me dedica una canción de Roxette. Pésima señal.
1996: Entre fiesta y fiesta, me da por la pachanga. Sigo grunge, pero me encanta el “Tutá-tutá” de los Auténticos Decadentes. Comienzo a descubrir –tardíamente- el new wave. Se viene.
1999: Ya universitario –y con internet-, la cosa pierde encanto. Me sorprendo bajando jazz. Todo mal. “Beetlebum”, de Blur, me consuela. En radio suena Britney, pero no pesco.
2001: Entre paros y tomas –ojo, estoy en Periodismo UCV- me reconcilio con Los Jaivas e Inti. Pero soy un ciudadano de ninguna parte. Escucho a Joe Vasconcellos, admiro a Morrissey y bailo axé. ¿Es posible?
2004: Una linda personita llega a mi vida. Comienza el mundo laboral y los carretes con ron, en vez de vino en caja. Romántico, me voy hacia las películas y termino dedicando “Fallen for you”, del soundtrack de High Fidelity.
2006: Luego de 3 pegas diferentes en un año, llego a El Observador de Viña. Mis compañeros de trabajo me huevean por lo ecléctico de mi discografía –hay desde Elvis, a Piazzolla, pasando por Bob Dylan y Congelador. En el fondo, envidian mi sinceridad: frente a la música no tengo ascos, mientras me salve la vida y me recuerde que los años no han pasado en vano.

¿Qué me dicen ustedes?

martes, septiembre 05, 2006

Morir a los 27


Puta, mi idea era “reeditar” un viejo artículo que cada vez que lo leía, me cagaba de la risa. Pero se me perdió.

Este solo hecho demuestra lo volado que ando. Volado en el buen sentido, obvio…ya nada de disipadores de conciencia…(já –ni yo me la creo). Con la cabeza en cualquier lado, menos en las weas que importan.

¿Por qué les digo esto?

Porque en los últimos días (semanas, tirado pa meses), he vuelto a ser un pendejo. Nada o poco queda del prospecto de hombre “maduro”, de corbata y camisa y trabajo bien remunerado que insinuó sentar cabeza el año pasado…Rockero pero con la barba bien afeitada, pelo corto y zapatos Guante reemplazando las viejas lonas Converse. Así era.

Pero como que de un tiempo a otro, se me fueron a la mierda las convenciones, los credos, las certezas, y mi edad mental –que harto había progresado- volvió a los 15, como cada cierto tiempo amenaza. Nuevamente volví a alucinar con morir a los 27 (como Kurt, o la Janis, o Jim, o Jimmy), retomé las franelas desgastadas y la billetera volvió a vaciarse antes de lo necesario. Las chelas reemplazaron al ron Barceló, el pendrive volvió a llenarse con éxitos del tipo “Good” (Better than Ezra) o “Stay” (Lisa Loeb), mandando a mis queridos Strokes, Killers, FF, Postal Service y Shins al fondo del PC.

Pero la cosa es que me propuse volver a esto de los blogs (Pa’ variar vendiendo la pomada de nuevo, me dirán). Aunque no me crean, quiero volver a esta catarsis, de escribir y liberarme, ser yo, volar, sincerarme con las palabras. De intercambiar conceptos e ideas con gentes Cléber, interesantes y pelacables como uno.

Mucho periodismo hasta ahora me ha ido cortando las alas, la risa y otras cosas. Las neuronas me hierven en la cabeza pidiéndome que vuelva a ser como antes, inventando weás de la nada, metiéndome en cuanto proyecto se me ocurriera o saliendo a bailar solo con viejas en el Cinzano. O por último haciendo “jackass” en las escaleras de algún mirador porteño.

“Un apostolado”, dijeron por ahí que era el periodismo. Claro que nadie dijo que había que estar en una oficina de lunes a sábado, de 9 a 21 y ganando una mierda.

Pero así las cosas, sigo siendo feliz, o al menos estando piola. Un apóstol, en el fondo.


Lindo prospecto: 26 años, vestido como de 20, pensando como de 15, ganando como de 10 y escribiendo puras weas como de 8.


Como sea, me tienen de vuelta, para no desaparecer.

Promesa.

lunes, abril 24, 2006

pseudo suicidio


Pasó lo siguiente. Llegué donde estaba ella y noté que tranquilamente amarraba una cuerda a un árbol.

-“¿Qué haces?”, atiné a preguntarle.

-“Me voy a suicidar”, respondió con total tranquilidad, como quien te dicta al oído la lista del supermercado.

No me dijo nada más y siguió, algo transpirada, haciendo un nudo a la larga soga que sostenía sobre sus manos. Incluso tarareaba una canción de una conocida cantante pop-comercial y se daba el tiempo de saborear una póstuma cerveza que tenía sobre una silla.

Lo peor del caso es que mi presencia le había sido tan imperceptible como cualquier reflejo del sol sobre sus cabellos. Definitivamente el que estuviera o no al lado de ella no iba a cambiar las cosas.

Me acerqué un poco más al pie del mismo vegetal donde ella quería poner fin a sus días y seguí con atención la tragicómica escena.

Sin levantar sus ojos, con paciencia, acabó la cerveza, tomó la pequeña silla y se subió en ella. Acto seguido comprobó la resistencia de la cuerda y procedió a lanzarse en el acto al espacio que quedaba entre la altura de la silla –unos 70 centímetros- y el suelo.

No dijo nada, no gritó, no gimió. Cerró sus ojos y esperó la muerte.

No supe que hacer. Agité mis manos, respiré hondo y corrí hacia donde ella estaba, tratando de levantarla entre mis brazos para evitar la tensión sobre su cuello. Con mi pie acerqué la silla y la volví a subir allí.

Ella sacó un enorme cuchillo que llevaba en sus pantalones, cortó la cuerda, se bajó de la silla y me dio un largo beso. Me miró directo a los ojos y dijo: “era justo lo que estaba esperando que hicieras”.

Se despidió apuradamente, abrazó el árbol que segundos antes atestiguaba su viciado suicidio y se dirigió a tomar la micro.

Nunca más la vi.

lunes, noviembre 21, 2005

Declaración de Guerra



Me declaro en guerra contra la inconsecuencia del verso, la apariencia vestida de primavera y el melancólico traicionero disfrazado con blancas flores...

Me declaro en guerra contra el fatuo creador de temblores, los dioses telépatas sin cielo y los falsos profetas de negro traje y maligna aura...

Me declaro en guerra contra la falsedad antojadiza, el auto marketing incrustado en mis páginas y el cuentero que pinta su vida robándole los colores a los demás...

Me declaro en guerra contra la malintención arraigada en el malcorazón, el que siembra huracanes en llana tierra desde el septentrión y el que exige sin exigir ni su propia misericordia...

Me declaro en guerra contra los que se declaran en guerra contra el amor. Contra el hipócrita, el envidioso, la arpía, el casquivano toreador de miedos, el falso contralor de sentimientos y el amigo de la serpiente...

Flores sobre tumbas, canciones sobre emblemas, himnos y marchas sobre la lid sembrada de pasto y trébol. Sangre y barro, mudos y expectantes...¡que comience pronto la barbarie!

Mi declaración será entregada al enemigo en un sobre cerrado al despuntar el alba del segundo día. Mi ejército de palabras –sí, las predecibles palabras- esperará en el mismo sitio acordado, con las armas en guardia y con el perdón extinto de su memoria...No habrá derecho a tregua o armisticio

El ocaso ha comenzado. ¿Se unen o no?


Este es un texto que ya por ahí publiqué. Pero las palabras resumen algo que he sentido hace mucho tiempo. Y hoy lo confirmo: ¡¡arriba el amor!! ¡¡a luchar contra los canallas que quieren hacerlo desaparecer de la faz de la Tierra!!
Cariños/amor/abrazos para todos...

sábado, noviembre 05, 2005

¿Y por quién chucha voto?


Veo a Tomás Hirsch tocando la flauta como los dioses frente a la apitutada hija del guatón Francisco. Lo veo. Y hasta sonrío. Pero sigo sin comprarle. No sé por qué. Me cae la raja, lo encuentro un político correcto (y políticamente incorrecto…paradojas, ¿no?) y un animal hecho para los discursos y el encanto de la palabra. Pero no le creo.

Le creí hace seis años (¡¡demonios, cómo pasa el tiempo!!), cuando las opciones para votar por el presidente eran fáciles. Al menos eso creía: ¿cómo cresta se me iba a ocurrir que el bufón de lentes y sonrisa plastificada le iba a dar pelea al hombre del dedo en perpetua erección?

“Fácil”, dije, “mi voto no decidirá mucho”. Y voté por Hirsch, el hombre ecológico que en estos momentos trata de caer simpático en el estelar sabatino del Canal del Opus Dei. Claro, en esos tiempos era menos simpático, pero más genuino. Con bosques y lagos a sus espaldas hablaba de la importancia de hacer amable con el ambiente el modelo económico. Y hablaba de combatir el nepotismo, el pituto y todos los males que se pondrían de moda bajo el Gobierno de Richie Lakes I.

Cuento corto. Llegó la segunda vuelta, justamente porque muchos pensaron como yo. Supusieron que Lavín caería aplastado por Lagos y hasta consideraron pintoresco repartir sus opciones entre los hombres verdes, la rojilla Gladys (la de las “buenas piernas”, solía decirme mi abuelo) y el “sujeto como usted” (el primo ese del Narigón Viajero). “Así madura la democracia”, fue uno de los argumentos que estúpidamente di, en ese entonces, a mi furibundo (y laguista) padre…

El asunto es que voté lo fácil, en tiempos fáciles. O Lagos o Hirsch, primero. O Lagos o Lagos, después.

Ahora las cosas han cambiado ligeramente. En realidad considerablemente, pero quiero convencerme –otra vez- de que mi voto (o el de mis círculos más cercanos) no cambiará el orden de las cosas. Llámenme iluso, pero es que de cualquier otra forma ese desvelo que sufrí cuando bajaron a la “Chole” (MI candidata) volverá. Y con cuática…


¿En qué han cambiado las cosas? La Concertación demostró la ambición descarnada y la mutación oportunista que sufren las “buenas personas” (eso creí hasta hace poco), cuando llegan al poder. La Derecha sigue demostrando la misma ambición de su larga tradición de codazos y muñequeos, nacida en el mismo seno de la República chilena. El Comunismo (¿se puede seguir llamando así?) demostró que el romanticismo de su discurso no pega con los tiempos actuales y que las molotov pueden herir pacos pero ni siquiera rasguñar a los que mueven al país. El Humanismo (Hirsch) a la cabeza, demostró que la ecología no mueve masas y que los principios varían a la hora de tocar (aunque sea mínimamente) el poder.


¿Bachelet? Ser mateo y aplicado no significa ser inteligente. Y menos ser capaz de dirigir un país. ¿Piñera? Simpático. Capaz de vender a su propia madre con tal de ganar más plata. Y más plata. Y más plata. ¿Lavín? …(un cero a la izquierda. En realidad, a la derecha). ¿Hirsch? Muy buen flautista. Inteligentísimo, pero hizo suyo un discurso ajeno. Y aunque no se note, al menos, como ex votante suyo, yo me doy cuenta.

¿Por quién chucha voto? Corríjanme si me equivoco, pero creo que somos miles y miles los que estamos en la misma disyuntiva. Y no sólo los jóvenes. En una de esas gana el señor Nulo. El candidato más piola. El que menos propone. Y el más peligroso. ¿Aucán me la hubiera hecho menos difícil? Quién sabe…


Maldigo el día en que me inscribí en los Registros Electorales.

jueves, octubre 20, 2005

Frases manidas que ni mi hermano de 10 años se cree



La transición ha terminado
Lo dijo Pino-shit con su constitución. Lo repitió Aylwin con su Informe Rettig. Más tarde el romántico viajero Frei Ruiz-Tagle lo anunció (arriba de un avión, obvio) tras la calma institucional y el funcionamiento del modelo económico. Lagos (su majestad Richie Lakes I) lo gritó a los cuatro vientos cuando entregó las reformas a la constitución (que ahora lleva su firma, cagando de paso al Tata-que-ya-no-caga). ¿Alguno tiene la razón? Mmmm... sin entrar en detalles crítico-sociales-coyunturales, mi hermano me sigue preguntando que por qué en los libros de historia que lee en el colegio, los detalles llegan hasta el gobierno de Allende.

No uso celular porque no quiero ser prisionero de la "modernidad"
Lo suelen decir aquellos viejos que no entienden un coño de tecnología. Prefieren pasar piolas como parte de los apocalípticos-new age-alternativos antes que reconocer que hasta el microondas los deja pillos. Al final quedan como weones igual. Weones intelectuales. O snob, si se quiere. Porque ya pasó el tiempo de que el celular era sinónimo de arribismo, pues uno pasa la mínima parte del día frente a un teléfono fijo. Si hasta mi hermano quiere tener un celu...

No, si con mi ex somos re-amigos
Frase pal bronce que lanza la polola(o) cuando le has pillado alguna carta comprometedora o -extrañamente- su celular suena a horas inoportunas y ella(él) corre, visiblemente ruborizada(o) hacia otra habitación, pensando ya en cómo cresta explicártelo después. Trata de pasar piola, se acerca y te dice que te quiere (o ama), te acaricia la mano y... mágicamente, después de una buena sesión de sexo el tema se olvida. El asunto es que la experiencia me ha enseñado que la amistad con un(a) ex no existe, pues como bien me recuerda mi hermanito de vez en cuando, "donde fuego hubo, el poto te queda pasado a humo"...

El Mercurio (y Copesa) no mienten, desinforman...
Increíble cómo los chilenos negamos ser una raza prejuiciosa, clasista y arribista. Decimos que no, pero en el fondo si no fuéramos así no seríamos chilenos tal y como somos. ¿Se entiende? El asunto es que harto ha cambiado la cosa desde los tiempos oscuros (léase pre-dictadura) y no podemos andar acusando a medio mundo por su pasado. Es como si me weviaran (y de hecho, hasta el día de hoy lo hacen) porque cuando salí del colegio me invitaron a un par de reuniones de la DC Universitaria (bueno, agiladamente fui...y más de dos veces). Me resulta más increíble que profesores y doctorcillos en comunicación escriban tesis y encendidos artículos sobre este supuesto, siendo que trabajaron (o trabajn ahí) y que, mientras el Clinic espera ser leído cuando van a cagar, el ejemplar diario de La Tercera o El Mercurio están ahí, relucientes, en su escritorio. Igual mi hermanito es fanático de la "Timón"...

Te juro que es primera vez que se me olvida el condón
Ufff... en realidad no quiero entrar en detalles, pero a todos en algún momento nos ha ganado la calentura (el exceso de líbido, en términos más polite) y lo hemos hecho tal como dios nos mandó al mundo (sin plásticos adjuntos). La excusa es que la farmacia está cerrada o que simplemente es tu deseo confeso desde hace tiempo. Siempre y cuando haya confianza con la pareja (o francamente sea igual de caliente que tú), se hace, pero al final igual se pasa ahí no más, preocupados de no mandarse un domingo siete o de que la famosa pastillita del día después funcione de verdad. Del orgasmo femenino, ni hablar en esas circunstancias. Y en cuanto a lo que dice mi hermanito... él está muy chico pa' hablar de esas cosas, poh obvio.

Igual me gusta el "cine arte"
Hay quienes creen que por saberse de memoria el Manifiesto Dogma 95, matan. O quienes hace todo tipo de caras y gestos cuando la pareja los invita a ver la última película de Vin Diesel. O que están atentos a cuanto festival alternativo se haga, para liberarse de los demonios hollywoodenes. En fin, el tema no funciona como táctica de conquista y los llamados cinéfilos, pasan más como mentors o nerds, antes que por chicos "cool" (demonios, cómo odio esa palabra). Al final eso de que "sobre gustos no hay nada escrito" es cierto, y perfectamente uno puede gozar con una película de Francois Truffaut que con una de Cameron Crowe (o Riddley Scott). El asunto es no hacer gala de eso. Y con mi hermanito, nos cagamos de la risa el otro día viendo la saga de Ace Ventura...