Veo a Tomás Hirsch tocando la flauta como los dioses frente a la apitutada hija del guatón Francisco. Lo veo. Y hasta sonrío. Pero sigo sin comprarle. No sé por qué. Me cae la raja, lo encuentro un político correcto (y políticamente incorrecto…paradojas, ¿no?) y un animal hecho para los discursos y el encanto de la palabra. Pero no le creo.
Le creí hace seis años (¡¡demonios, cómo pasa el tiempo!!), cuando las opciones para votar por el presidente eran fáciles. Al menos eso creía: ¿cómo cresta se me iba a ocurrir que el bufón de lentes y sonrisa plastificada le iba a dar pelea al hombre del dedo en perpetua erección?
“Fácil”, dije, “mi voto no decidirá mucho”. Y voté por Hirsch, el hombre ecológico que en estos momentos trata de caer simpático en el estelar sabatino del Canal del Opus Dei. Claro, en esos tiempos era menos simpático, pero más genuino. Con bosques y lagos a sus espaldas hablaba de la importancia de hacer amable con el ambiente el modelo económico. Y hablaba de combatir el nepotismo, el pituto y todos los males que se pondrían de moda bajo el Gobierno de Richie Lakes I.
Cuento corto. Llegó la segunda vuelta, justamente porque muchos pensaron como yo. Supusieron que Lavín caería aplastado por Lagos y hasta consideraron pintoresco repartir sus opciones entre los hombres verdes, la rojilla Gladys (la de las “buenas piernas”, solía decirme mi abuelo) y el “sujeto como usted” (el primo ese del Narigón Viajero). “Así madura la democracia”, fue uno de los argumentos que estúpidamente di, en ese entonces, a mi furibundo (y laguista) padre…
El asunto es que voté lo fácil, en tiempos fáciles. O Lagos o Hirsch, primero. O Lagos o Lagos, después.
Ahora las cosas han cambiado ligeramente. En realidad considerablemente, pero quiero convencerme –otra vez- de que mi voto (o el de mis círculos más cercanos) no cambiará el orden de las cosas. Llámenme iluso, pero es que de cualquier otra forma ese desvelo que sufrí cuando bajaron a la “Chole” (MI candidata) volverá. Y con cuática…
¿En qué han cambiado las cosas? La Concertación demostró la ambición descarnada y la mutación oportunista que sufren las “buenas personas” (eso creí hasta hace poco), cuando llegan al poder. La Derecha sigue demostrando la misma ambición de su larga tradición de codazos y muñequeos, nacida en el mismo seno de la República chilena. El Comunismo (¿se puede seguir llamando así?) demostró que el romanticismo de su discurso no pega con los tiempos actuales y que las molotov pueden herir pacos pero ni siquiera rasguñar a los que mueven al país. El Humanismo (Hirsch) a la cabeza, demostró que la ecología no mueve masas y que los principios varían a la hora de tocar (aunque sea mínimamente) el poder.
¿Por quién chucha voto? Corríjanme si me equivoco, pero creo que somos miles y miles los que estamos en la misma disyuntiva. Y no sólo los jóvenes. En una de esas gana el señor Nulo. El candidato más piola. El que menos propone. Y el más peligroso. ¿Aucán me la hubiera hecho menos difícil? Quién sabe…
Maldigo el día en que me inscribí en los Registros Electorales.
1 comentario:
Bueno, como siempre, sabes que soy una gran lectora de tus letras....
Debo confesar, que no estoy inscrita en los registros electópajales.... muy a mi buena ventura, he pasado por todas las corrientes políticas, desde ser Pinochetista (reconosco que era en todo aspecto pa hinchar las weas de mis viejos y mis profesoras), pero eso es un cuento aparte que me trae a la memoria sabrosas discuciones....
En fin.... no me pienso inscribir nunca.... anti-cívica? me importa una ¬€~#$%&... prefiero dormir hasta tarde ese dia si no tengo turno.... además, no me representa ningun candidato.... no soy cínica, ni ladrona, ni fanática relgiosa, ni ñoña, ni amante de la naturaleza (mato a las arañas tigres).... como dice una vieja y conocida frase por todos ..."voto por el pic...".
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